"Dos veces", el sentido texto de un mendocino sobre el Mundial que te hará emocionar
"Dos veces", por Mauricio Ángel Ana
"Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener". Así define la Real Academia Española a la palabra traición.
Lo hablé con familiares, amigos, con varios psicólogos y hasta con un sacerdote. Pocas personas están más alejadas del catolicismo que yo, pero mi angustia era tal que decidí, casi como último recurso, consultar con alguien que tiene línea directa con quien se supone todo lo sabe y lo ve. Hasta las vecinas venían a darme su punto de vista. Aún sin que les hubiese consultado.
Ciertas situaciones siembran un debate que no tiene fin. No por una discrepancia entre dos o más posturas, sino porque, sencillamente, no poseen una definición cierta, única, correcta. Todos tienen su sentencia, y para cada uno se convierte en su verdad. Su respuesta acertada.
El duelo. No el enfrentamiento para dirimir un pleito. El duelo por una pérdida. Por la muerte de un ser amado. Ese duelo abre un debate que no tiene fin. ¿Cuánto tiempo dura ese duelo? ¿Cuánto hay que esperar para pasar página y comenzar de nuevo? Olvidar a un ser amado es imposible, pero la vida continúa. Siempre dicen eso. La vida continúa y uno, sin olvidar, debe aprender a vivir sin la presencia física de ese ser amado.
Pasaron ya dos años desde que partiste. Para algunos es mucho. Para otros muy poco. Yo aún no caigo. Será negación, melancolía, frustración, ira. Quizás un poco de todo eso.
Hasta mis 42 años, en mi vida ya de adulto, convertido en padre, lloré sólo dos veces. La primera fue cuando murió mi viejo. La segunda con tu partida. Hoy con 44 en el lomo, soy Grecia Colmenares (si tenés menos de 30 deberás googlear el nombre para entender la frase). Cada foto tuya, cada video o el sólo hecho de nombrarte produce una sensación que, hasta antes de tu partida jamás había experimentado. Comienzo a sollozar, me quedo sin habla y no puedo reprimir las ganas de llorar. Y lloro. Porque te extraño.
Si hasta dejé de mirar fútbol desde que te fuiste. Porque era algo que nos conectaba, y ahora no puedo verlo porque vuelven las lágrimas. Porque te recuerdo y lloro. Porque te extraño. Ni hablar si suena Sergio Denis, o Valeria Lynch. Valeria Lynch... Cómo nos gustaba escucharla.
Vienen y me dicen que ya está, que lo tengo que superar. Que ya pasaron dos años. Que piense en las nenas, que no me pueden seguir viendo así. Que no está mal conocer a alguien. ¿No está mal? Acaso no es eso una traición. ¿No estaría quebrantando la fidelidad o la lealtad que te tenía? ¿Cómo voy a conocer a alguien como vos? ¿Dónde voy a conocer a alguien que ocupe tu lugar? Si nadie me hizo sentir las cosas que sentí por vos. Mil veces discutí con mis viejos, con mis familiares y amigos. Con vos era imposible enojarme. Lo nuestro era puro amor. Te ví llorar y se me partía el alma. Hasta me peleé por vos. ¿Quién me puede hacer volver a vivir esa pasión?
Pero un amigo me dijo algo que me llegó, me movilizó. Me dijo algo que me cambió la forma de ver esta situación. "El amor no es uno sólo. Hay muchos tipos de amor. Vos no amás a tus hijas de la misma forma en la que amás a tu vieja. Son dos grandes amores, pero distintos. Ahora, a esta persona vos la amaste como a nadie en tu vida. Bueno, esa persona ya no está. Te quedan los recuerdos de ese amor, y tu fidelidad hacia esa persona será eterna, porque mientras estuvo fuiste leal, incondicional. Hoy podés, no sé si amar, pero sí querer, sentir simpatía por alguien más que te haga sentir feliz nuevamente, y no estarías traicionando a quien ya no está".
Me dijo esto y lo abracé. Y lloré. Lloré porque fue un bálsamo. Me quitó un peso de encima, una angustia que no me estaba dejando vivir. Porque desde que te fuiste me hablaban de alguien más. Que había alguien que tenía que conocer. Que me iba a hacer recordarte, no olvidarte. Y yo me negaba. Porque sentía que te traicionaba. Pero desde esa charla accedí a ver a esa nueva persona de la que tanto hablaban y quedé maravillado. Al principio me costaba admitirlo y buscaba siempre comparaciones entre ustedes, para demostrarles a todos que no había nadie como vos.
Sin embargo la humildad de esta persona, su perseverancia y su pasión poco a poco me fueron cautivando. Y le comencé a tomar aprecio, hasta cariño. Porque me hacía acordar a vos. No me movilizaba de la misma forma, pero me llegaba. Y hasta había empatía.
Hoy, a poco más de dos años de tu partida, mi amor por vos sigue intacto. Incondicional. Eterno. Aunque te tengo que admitir algo. Volví a llorar, pero esta vez no por vos, sino porque esta nueva personita de la que tanto me hablaron me hizo feliz, y yo pensaba que desde que te fuiste nadie me iba a volver a hacer feliz en un Mundial. Mi duelo ha terminado, y no me siento un traidor.
Siempre te amaré, Diego Armando Maradona.
Gracias Leo por volver a hacerme feliz.