Qué es y dónde queda queda San Mateo, la isla que en 400 años nadie ha podido conquistar

Redacción Diario Vox

Se trata de un pequeño archipiélago que es considerado uno de los lugares más hostiles de Alaska. El último rastro humano data de cuatro siglos atrás.

A esta altura de la historia algunos pueden pensar que son pocos los territorios del mundo que le quedan al hombre por conquistar. Pero aún quedan y uno de ellos es la isla San Mateo, un territorio al que para llegar hay que viajar 24 horas en barco desde Alaska y en dirección a Siberia.

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Se trata de un espacio montañoso y sin árboles, que se hunden en acantilados repentinos. A su vez, tiene una isla más pequeña al sur: Hall. En conjunto, todo el archipiélago, es considerado una de las zonas más difíciles para el asentamiento de humanos de todo el estado. Y es considerado el lugar más remoto del territorio norteamericano.


El último rastro de existencia humana en el lugar es un castillo en la isla de Hall que fue construido hace 400 años. Ese es el único rastro en toda la zona de haber sido habitada por humanos. Su subsistencia se explica en que se hizo sobre una contundente excavación, que le permitió sobrevivir a las extremas condiciones que propone el clima y la geografía del archipiélago.

La vida humana en este sector de la isla se hace prácticamente imposible por las tormentas que azotan este lado de la costa con toda la fuerza del océano abierto. Incluso es considerado por Estados Unidos como un desierto.

El arqueólogo Dennis Griffin contó a Hakai Magazine, que las excavaciones sugieren que el pueblo Thule (precursores de los inuit y los yup'ik, que ahora habitan en las costas del noroeste de Alaska) reconstruyeron el castillo. Pero Griffin no encontró señales de que se tratara de un hogar. De hecho, apenas se hallaron algunos artefactos rudimentarios.

Conforme a la reconstrucción de la cronista Sarah Gilman, una vez, estas islas fueron montañas, puntos de referencia en el subcontinente de Beringia que unía América del Norte y Asia. "Luego, el océano se tragó la tierra alrededor de los picos, los ocultó en espesas nieblas de verano, los hizo solitarios. Sin gente residente el tiempo suficiente para mantener su historia, se convirtieron en el tipo de lugar donde el 'descubrimiento' podía ser perenne", explicó.

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Según los escritos que analizó Gilman, el naturalista Henry Elliott visitó las islas en 1874 y las encontró plagadas de osos. "Nuestro asombro fue inmenso al encontrar cientos de grandes osos polares durmiendo perezosamente en huecos cubiertos de hierba, o desenterrando hierba y otras raíces, comiendo como cerdos", escribió Elliott. Después de que el grupo del naturalista mató a algunos, encontraron que la carne era de "excelente calidad".

Uno de los intentos más recientes por conquistar la isla con vida humana fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los militares estadounidenses intentaron asentarse y usar la isla como punto estratégico. Sin embargo, paredes de ocho metros de nieve sorprendían a los soldados en las mañanas. Las tormentas, además, incluían "ventiscas de velocidad de huracán" que llegaron a durar un promedio de 10 días, según publicó La Nación.


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