Muerte de Lanata: la herencia en juego y la pelea que se avecina en la familia

Por un lado su última pareja, por el otro, sus dos hijas. Ambas partes podrían enfrentarse por una fortuna que incluye propiedades en Buenos Aires, Nueva York y Miami.

La muerte de Jorge Lanata no solo dejó un vacío en el periodismo argentino, sino que también abrió la puerta a posibles disputas legales por su herencia. Según fuentes cercanas a la familia, el conflicto podría enfrentar a Elba Marcovecchio, su última esposa, con Bárbara y Lola, las hijas del periodista.

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El reconocido periodista, fallecido este lunes a los 64 años, dejó un patrimonio considerable, compuesto por propiedades y activos de gran valor. Entre los bienes destacados se encuentran una casa en el norte del Gran Buenos Aires, un departamento en Nueva York y otra propiedad en Miami. Estos inmuebles, ubicados en zonas exclusivas, formarían parte del legado que ahora será motivo de análisis legal.

Además de las propiedades, el patrimonio incluye derechos intelectuales sobre sus libros, programas de televisión y documentales, junto con cuentas bancarias y otros activos distribuidos entre Argentina y el extranjero. Este último punto podría añadir complejidad al proceso sucesorio debido a las leyes locales de cada país donde se encuentren los bienes.

En el centro de la disputa estaría Marcovecchio, quien contrajo matrimonio con Lanata en abril de 2022. Aunque su relación fue breve, el vínculo conyugal la posiciona como una de las principales herederas. Sin embargo, Bárbara, hija mayor de Lanata y nacida de su relación con Andrea Rodríguez, y Lola, fruto de su matrimonio con Sara Stewart Brown, también tienen derechos legales sobre la herencia de su padre.

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Fuentes allegadas afirman que ya han surgido tensiones entre Marcovecchio y las hijas del periodista. La discusión inicial se centraría en el porcentaje correspondiente a cada parte, considerando que la ley garantiza una porción al cónyuge sobreviviente y divide el resto entre los descendientes directos.

El panorama podría complicarse aún más con la evaluación y distribución de bienes en el extranjero, donde las normativas locales podrían influir en el reparto del legado.

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